Irma
Grese es reconocida por ser la mayor asesina de la historia, superando a otros personajes de
ese rubro como Elizabeth Bathory, quien asesinó a alrededor de 616 mujeres.
Aunque no se puede determinar, se dice que Grese cometía unos treinta
asesinatos al día.
A los 14 años, Irma Grese tenía una mente
manipulada, estuvo en un sanatorio de las SS tratando de graduarse en
enfermería, pero nunca lo consiguió. Pese a eso, siempre fue una fanática de
los discursos de Hitler, en donde
comenzó a formar parte de las juventudes hitlerianas.
Muy joven, a los 15 a 16 años fue amante de
los altos cargos de la SS, tanto hombres como mujeres. Con 18 años se trasladó
al campo de concentración de Ravensbruck.
En una ocasión fue a casa con el uniforme de las juventudes y su padre la tiró
de casa, ella lo denunció y éste terminó su vida tras las rejas.
Una de las frases más recordadas de Grese
muestra su sadismo, pues afirma que al matar a una judía embarazada siente el
máximo placer, ya que elimina a dos enemigos del Führer de una sola vez.
Entre las situaciones macabras que Irma
Grese sometía a las mujeres en los campos de concentración que dirigía, se
encuentra por ejemplo: el dejar a grupos de perros Doberman aguantando hambre
por un tiempo, para que estos luego se comieran las piernas de los prisioneros
y tuviesen que irse gateando.
Testimonios afirman que se excitaba
sexualmente con el sufrimiento de las otras internas tras ver sus mutilaciones
de senos. Fue considerada una de las principales criminales de guerra quien
siempre deseó contar con una fuerza femenina Nazi.
Publicar un comentario
Publicar un comentario